domingo, 10 de marzo de 2013

La Senda de la Creación, por Anónimo Ibañez.

En el Informe Sleeping, tengo el placer de presentar a nuevos autores como Anónimo Ibañez, que comparte con nosotros sus inicios como autor.


Todo empezó en noviembre del 2001, y empezó por el final; pues fue eso lo primero que se me ocurrió. Escribí rápidamente un esbozo de ese final, y al terminarlo me dije: “Muy bien. ¿Y ahora cómo diablos empezamos esto? ¿Cómo han llegado estas almas perdidas hasta aquí? ¿Qué les ha empujado a obrar cómo obraron?” Y miles de insidiosas preguntas más, que irían surgiendo a través de los años, durante los cuales tuve etapas de escribir sin parar y de parar de escribir durante años. Pero, paradójicamente, quizá hayan sido esos últimos los más fructíferos, debido a que durante todo ese tiempo de papeles en blanco, logré introducirme como un competente actor en la piel de mis personajes; conseguir por fin entenderlos, saber en realidad lo que les motivaba, y llevarles en consecuencia ventaja, la misma que durante mucho tiempo me llevaron ellos a mí.
Esa etapa de folios en blanco empezó ya entrado el verano del 2003. Por aquel entonces, me encontraba desde hacía unos meses en el extranjero, a donde había ido sin mi pareja, en busca de respuestas y, sin saberlo, a comenzar a introducirme verdaderamente en el alma de quienes había creado. Todo lo que allí me encontré fue nuevo: el trabajo, el idioma, el paisaje, el clima, las gentes... y todo ese maremágnum de sensaciones nuevas me cautivó, llevándome finalmente a abandonar la novela, quedando encerrada en esa especie de corredor de la muerte que era mi roída y estudiantil carpeta, donde languidecían todos los papeles que más odiaba: antiguos apuntes de clase, nóminas, recibos bancarios... Y en ese indigno limbo de los injustos se quedó casi un lustro sin que nadie la tocara, invisible y alejada de alguna manera del mundo real.
Hasta que un día, cuando ya hacía tiempo que había regresado de mi autoinfligido exilio para retomar (si es que esto se puede hacer) mi antigua vida, una persona que también escribía se enteró, a causa de un desliz mío, de su existencia. Me pidió que le dejara leer lo que había escrito, prometiéndome que me daría una opinión sincera de si el encierro al que había sometido a mi novela le parecía justificado. No se lo pareció, y recuerdo que me dijo:
- Joder, me he quedado con las ganas de saber más de esos personajes. Y además ya habías anticipado la crisis que ahora estamos padeciendo.
- ¿Y eso te parece un gran mérito? – inquirí-. Todo esto lo veía venir cualquiera que tuviera los ojos abiertos. Y ése es otro de los problemas que tendrá la novela si sale ahora a la luz: donde antes hablaba en futuro, tengo que ahora hablar en pasado.
- Utiliza el tiempo verbal que quieras, pero termina de desarrollar esos personajes. Al contrario que en el libro de Oscar Wilde, tú has envejecido, pero tu libro no, por mucho que quieras convencerte de lo contrario.
Todavía no sé cómo me convenció; pero en algún momento del verano del 2008 retomé la novela, y continué trabajando en ella sin descanso hasta que en el verano del 2009 una crisis energética me obligó a tomarme unos meses de descanso: estaba como siempre con una multitud de proyectos a la vez, y mi cuerpo y mi mente en esa ocasión dijeron basta.
Obviamente, de todo aquello me recuperé, en parte gracias a la acupuntura, en parte gracias a saber el qué, y el 11 de agosto de 2010 (verano otra vez), fecha en la que mi hermano mayor cumplía 45 años, pude parafrasear ese jugoso verso de esa gran canción de Joaquín Sabina que declama: y al final, por fin el fin.

Un cordial saludo,

Anónimo Ibañez.

Leer en línea su obra: Tras la Senda Helicoidal

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viernes, 1 de marzo de 2013

Tres trazos en el alma


  En primer lugar, quiero dar las gracias a Ana Blanco por promover el evento y a todas aquellas que han dejado sus comentarios. En especial a aquellas que por desgracia han vivido la tragedia del cáncer en sus propias vidas. Leyla, me ha impresionado mucho tu comentario, al igual que Ana Cruz o Leticia, que realmente lo han pasado mal y han hecho el esfuerzo de leer la novela.
Hace poco, un amigo me preguntó si pensaba que “La Casa del Aire” se vendería. Yo le contesté, que cuando fue escrita sí, pero que ahora mismo con las circunstancias por las que estamos pasando todos es complicado, porque bastantes penas estamos pasando ya, como para encima leer un libro duro con fragmentos realmente trágicos. Pero “La Casa del Aire” es eso, un libro que se acopla al estado de ánimo de cada persona. Si estás pasando un mal momento te parece tremendo, si crees en la vida más allá de la muerte, será un libro con un profundo mensaje. Si crees que es el momento de vivir la vida, sin miedos, sin complejos o manías, te dirá a voces “¡Corre, no pierdas el tiempo! Por todo esto, “La Casa del Aire! se convierte en un baremo implacable de nuestro estado de ánimo y de las circunstancias que han rodeado nuestra vida. Ana cruz, nos dice en su comentario:
“Yo tal vez no lo he leído en el mejor momento, pero creo que es una historia bonita, triste claro. Pero real, porque no siempre las historias terminan con un final feliz”.
¿Una historia de amor debe terminar con un final feliz?
Cuando llegué al final del libro me planteé tres finales. En el primer final “Gabriel se reencontraba con su amada en “el otro mundo”. Esa fue mi primera opción, ya que el libro está basado en una canción cuya letra es mía. La canción se llama “Al amar”, os adjunto el enlace para quien la quiera escuchar.
El caso es que ese final fue descartado porque quería un libro real, que no ofreciera sueños irreales, como bien me asesoró el psicólogo Paco Vilches, que me dijo: “Que no se lleve a Clara a París de viaje, puesto que para Gabriel, el hecho de comprarle un simple colgante es un cambio tan grande en su vida, que se equipara a llevar a Clara a París y cenar en la torre Eiffel”.
La segunda opción era que Gabriel se quedara y conociera a otra persona, ese sería el final. Iría todos los días a una playa donde conocería a otra persona, y ese nuevo Gabriel se entregaría a ella sin miedos. Este es un final bonito, pero acabaría con el hilo principal del argumento; porque no olvidemos, que Gabriel está contando la historia de su vida al doctor, a modo de testamento emocional.
Esto nos lleva al final y la tercera opción, que es la que escogí y creo que es la que le da todo el sentido al libro. Gabriel “se va detrás de ella”. Él dice al doctor: “Más tarde comprenderás por qué lo hice”.
Gabriel está fuertemente marcado por su infancia. Todo lo que ama, acaba por ser separado por el borde de una cama. La muerte parece que le persigue en una espiral inexorable. Un vórtice maldito. ¿Su refugio? El dinero, la soledad, una vida completamente ordenada que pueda controlar. Mayte nos dice:
“Es taaaaaaaaan triste.....me ha gustado realmente, es una lección, no dejes pasar oportunidades, intenta vivir y ser feliz”.
El caso es que cuando Gabriel comienza a vivir, a dejar marchar sus miedos. Encuentra otra verdad irrevocable; el amor. Y esta vez no está dispuesto a dejarlo marchar, llevando ese amor tan liberador hasta las últimas consecuencias. La muerte está ahí, perpetua, ¿el amor? También. Como nos demuestra Esther y Máximo, el ciclo siempre se renueva, es eterno. El doctor Ibrahím lo ha comprendido, descuelga el teléfono y llama sin malgastar un solo instante a su amada. Eva nos dice:
“Yo pienso que son 3 historias, no 1 . La de los padres , la del médico y la del protagonista. Muy bonita y muy bien contada, tremendamente dura ...”.
“La Casa del Aire” es eso, historias duras y verdaderas, con mensajes dirigidos a quienes los quieran descifrar. Glenda nos dice en un comentario que merece ser tildado:

"¡Ay!, chicas. Tengo tantos sentimientos. Bueno, primero decirles que me encanto el libro. La vida en la mayoría de los casos no es fácil, yo misma, a pesar de tener familia, viví una infancia muy difícil y en absoluta soledad si no hubiese sido por mis amigas. Me dolió mucho ver la infancia de Gabriel y darme cuenta de muchas cosas que sentí. las carencias de la infancia marcan nuestra vida de adultos. Yo también trabajo como burra y no tengo vida además de estudiar. Tengo 38 años y también estoy sola. Me siento bien por Gabriel al saber que aunque sea por corto tiempo encontró el amor verdadero y luchó por él. Siempre he pensado que es mejor tener amor un tiempo que nunca haberlo tenido. Aunque el vacío que queda después de perderlo es muy grande. Al igual que Gabriel perdí el amor de mi vida y también quise morir, solo que no tuve la fuerza suficiente para hacerlo. Sólo espero algún día volverme a sentir viva como Gabriel. A veces los finales son trágicos, pero lo de en medio es magnifico. Espero que todas seamos fuertes para tener un final feliz en nuestras vidas, los libros nos muestran realidades de vida de las que podemos sacar lecciones de vida. Cada uno debe hacer que sus propias experiencias. Analicen el libro y vean en que les puede ayudar. Besos, chicas y espero el próximo libro".

Por último, concluyo dando una vez más las gracias, y diciendo: No esperéis a quedaros sin dinero para saborear un café, no esperéis a estar tristes para levantar el ánimo, no esperéis a dormir para soñar y, sobre todo, no esperéis a que la soledad llegue a vuestras vidas para amar. La felicidad es ahora, y se conquista en pequeños fragmentos.
Un cordial saludo,
Nicolás.